Naturaleza Suburbana

El gorrión, animal urbano por excelencia.

Si algún día vemos un elegante lince paseando por la calle en busca de novia, un águila real que se posa en nuestra ventana y nos pregunta la hora, un puercoespín tomándose una tapita en el Paulino, un galgo de la marroquina llevando la basura al contenerdor o un pingüino llamando a la puerta para pedirnos entrar en el cuarto de baño, nos quedariamos totalmente boquiabiertos. Pero si en vez de esos animales son gorriones, nada nos pasa. No nos sorprendería ver a un grupo de amigos gorriones haciendo una fiesta en el patio, a una pareja que encuentra en tu persiana el lugar perfecto para acampar y pasar un romántico fin de semana, o a un solitario y descarado individuo que se cuela en tu cocina exigiendo su ración diaria de pan de ayer.

Todo eso y mucho más nos demuestran que el gorrión es el animal urbano por excelencia, mucho más que perros y gatos, ya que no necesitan estar domesticados para integrarse en nuestro medio sin ocasionar perjuicios a sus convecinos.

Son además un puro ejemplo de modernidad, de modernidad mejor o peor entendida pero de modernidad al fin y al cabo de Trafalgar, que ahora esta de moda y tiene una canción muy bonita del Sr. Chinarro en su último disco. Los recientes cambios socio-económicos acaecidos durante este siglo les han hecho abandonar su antiguo hábitat y lugar de residencia, el campo, para buscar en la ciudad un mejor futuro y un mayor nivel de vida. Eso les ha obligado adesechar sus ancestrales costumbres, ya no buscan semillas e insectos para comer, ahora su paladar es más exquisito y prefieren pan, de mollete si es posible, ya no buscan charcos de lluvia para remojarse, directamente recurren a las fuentes o piscinas, y ahora sus nidos tienen que ser más resistentes que antaño pues las pequeñas ramas y palos no resisten la lluvia ácida y la polución de las ciudades.

Para terminar quisiera resaltar el único aspecto negativo de la llegada de estos seres tan cariñosos y simpaticos a nuestras vidas cotidianas, lamentablemente con su llegada a la ciudad también ha cambiado su carácter pacifista y ahora pelean con algún que otro jilguero su ración de comida. Aunque sus principales enemigos son los palomos, ante los cuales luchan por la liberación del pan y contra su monopolio establecido en parques y paradas de autobuses. En fin, algo que a casi todos nos ocurre cuando dejamos la rejalada vida de nuestros campos y playas y nos adentramso en la vorágine de la vida capitalina.