Thursday, September 15, 2005

Naturaleza Suburbana II

En teoría el otoño de este año empezará el 23 de septiembre a las 0h 23m. Acordarnos de esos días tan señalaitos en el calendario, como si del cumpleaños de nuestro ser más querido se tratara, siempre nos cuesta mucho trabajo y si además tenemos que estar pendiente de una hora concreta, ya esto se convierte en una auténtica misión imposible. De ahí que para nosotros comience el otoño el día que los niños se vuelven a adaptar a la rutina escolar, nosotros volvemos a intentar hacer ese curso de dibujo y pintura por fascículos que tantos se nos resiste y para salir a la calle a echar la quiniela nos tenemos que poner una rebequita.
Pero si tuviéramos la suerte de vivir en una región dónde habitara los ciervos autóctonos peninsulares, no nos tendríamos que preocupar de esa fecha y esa hora, ni siquiera de sacar la ropa de entretiempo del armario, nuestro otoño empezaría en el momento que tuviésemos el placer de oír uno de los acontecimientos más asombrosos y sobrecogedores que nos pueden ofrecer el mundo animal, la berrea.
Los afortunados que, desde mediados de septiembre y hasta la mitad del mes de octubre, la han podido oír bajo el amparo de la noche y el silencio, no podrán olvidar con facilidad los ensordecedores gritos del ciervo con los que, en época de celo, cada ejemplar trata de marcar su territorio y atraer a las hembras.
La Berrea es un momento único en el que podremos observar a los grandes machos en estado salvaje, peleando testuz contra testuz por conseguir sus objetivos. Una enorme paradoja. Esa luchas sin cuartel en el cortejo femenino a pesar de ser algo tan cercano y común a nosotros, las podemos ver noche tras noche en cualquier bar de moda, no nos deja de asombrar e incluso la calificamos de momento único cuando se trata de animales, en cambio la vemos de lo más normal cuando nosotros mismo la realizamos.

Para más información sobre estas peleas de bichos:
http://www.navalcan.com/noticias/berrea.asp