Umbrella
No me acuerdo de su nombre, o quizás es que nunca lo supe, pero aquella tarde de hace ya algunos años demostró que me conocía, que conocía mis gustos y que yo estaba, como tantas otras veces, completamente equivocado. Paseaba por la calle de la plaza cuando me topé con él y su manta, me saludó y en un intento de colaboración, sin pensar en la piratería a los piratas, intenté buscar un disco que me atrajera. El esfuerzo fue en vano y me marché diciéndole que no me gustaba ninguno. Mi interesado y constante vendedor me miró fijamente, sonrió y me mostró uno con una portada un tanto ridícula y un nombre que nunca olvidaré, asegurándome que ese me gustaría. Me resultó evidente no fiarme de sus conocimientos musicales, personales ni comerciales por lo que seguí mi camino. Esa misma noche me sorprendió en televisión una actuación en directo de un grupo de verdad, sin trampa ni cartón y con un sonido y puesta en escena realmente espectacular e innovador. Quería volverlos a ver, necesitaba una nueva escucha de sus canciones y esperé hasta que esa misma caja a veces no tan tonta me dijera su nombre. Cuando eso ocurrió mi asombro fue mayúsculo, acentuado y con tilde. Eran los mismos que hacía unas cuantas horas mi amigo desconocido me había recomendado. Eran El Bicho y me faltó tiempo para ir a buscarlo y agradecerle su recomendación.
Se llama Maryola tiene tres años, o quizás ya a cumplido los cuatro, y ayer por la mañana demostró que yo estoy, como tantas otras veces y una más, completamente equivocado. Después de cinco o seis meses ella me conoce, sabe que estoy más loco que una cabra jarta papeles, conoce mis gustos o, mejor aún, es capaz de mejoraros o ampliarlos. Me ha mostrado un disco de una supuesta diva guapa, moderna y muy comercial, capaz de de enganchar al público infantil igual que a la revista musical más especializada y refinada. Al principio tuve mis reticencias, no pensé por nada del mundo que algo que le entusiasmara a ella pudiera causar el mismo efecto en todos sus compañeros y mucho menos en mi. Pero lo consiguió. La edad no tiene que ver con gustos, conocimientos y capacidad de comunicar emociones a la vez que reconocer cuando se da un paso, o dos, adelante en la música de baile, el soul, el pop o toda aquella, como quiera que se llame, que es capaz, ocultándose en la sencillez y liviandad, de adherirse a nuestro cerebro. Gracias Maryola por mostrarme a Rihanna, gracias por hacerme ver la magia de un paraguas.
“Seré tu amiga más fiel
estaré contigo hasta el final
ahora que llueve más que nunca
nos tenemos el uno al otro
puedes quedarte bajo mi paraguas”
Umbrella de Rihanna
Se llama Maryola tiene tres años, o quizás ya a cumplido los cuatro, y ayer por la mañana demostró que yo estoy, como tantas otras veces y una más, completamente equivocado. Después de cinco o seis meses ella me conoce, sabe que estoy más loco que una cabra jarta papeles, conoce mis gustos o, mejor aún, es capaz de mejoraros o ampliarlos. Me ha mostrado un disco de una supuesta diva guapa, moderna y muy comercial, capaz de de enganchar al público infantil igual que a la revista musical más especializada y refinada. Al principio tuve mis reticencias, no pensé por nada del mundo que algo que le entusiasmara a ella pudiera causar el mismo efecto en todos sus compañeros y mucho menos en mi. Pero lo consiguió. La edad no tiene que ver con gustos, conocimientos y capacidad de comunicar emociones a la vez que reconocer cuando se da un paso, o dos, adelante en la música de baile, el soul, el pop o toda aquella, como quiera que se llame, que es capaz, ocultándose en la sencillez y liviandad, de adherirse a nuestro cerebro. Gracias Maryola por mostrarme a Rihanna, gracias por hacerme ver la magia de un paraguas.
“Seré tu amiga más fiel
estaré contigo hasta el final
ahora que llueve más que nunca
nos tenemos el uno al otro
puedes quedarte bajo mi paraguas”
Umbrella de Rihanna
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