Tarta sin Bombilla

“El hombre bombilla se apagó”

Hoy es un día de aniversario, el tercer cumpleaños de este viaje convertido en muestrario fotográfico de obras inconclusas, pero no hay ganas de apagar velas. Después de la terrible noticia que ayer me anunció El Busano Kalandraka, sólo me han quedado gana de apagar todas las luces ya que el auténtico y genuino Hombre Bombilla se ha apagado.

“Ninguno de nosotros estamos hechos con frío”

Sergio Algora, aragonés universal, ha fallecido a los treinta y nueve años de edad. Él quizás también sabía que no llegaría a los cuarenta, por eso ya llevaba unos años que navegaba a “velocidad de crucero” evitando el frío de la vidas aburridas y correctas, buscando como siempre al “escarabajo más grande del Europa” y tratando de descubrir siempre “lo fantástico entre los pinos”. Ya queda muy atrás cuando nos fascinó a todos al presentarse como “El niño gusano” y nos cogió de la mano para pasearnos por “circos lusos” y parajes de fantasía y psicodelía verbal difícil de imaginar.

“Aunque nos creamos especiales todos preguntamos los nombres de las calles”

Pese a su lucidez contagiosa, su optimismo militante y su metáfora alegre, ya de sobra demostrada y tan difícil de encontrar ya desde los primeros días del nuevo milenio, él se nos continua acercando y se muestra como unos más de esta “Muy poca gente” que disfrutamos estrenando melodías vitalistas y “zapatos nuevos” y que vivimos eternamente “en flor”, dentro de cuentos imposibles.

“Desafinar y sin embargo volver a cantar”

Y se tuvo que marchar hasta “La costa brava” para mostrarnos lo mejor de sí mismo, para enseñarnos que se puede ir contracorriente, que es fácil el más difícil todavía y volver a hacernos triunfar, con una copla, una invitación a su grabación o un simple saludo. Canciones, poesías, cuentos, novelas, teatro…. Todo se le quedaba corto. La propia vida se le ha quedado corta. Como dicen sus colegas Tachenko, “Esta vida pide otra”, o como dice mi colega El Misionero: Descanse en juegas, Sergio Algora.